Una puesta de sol de postal, hoyos en la arena y un granjero con más mala leche que un yogur caducado: así fue nuestro día entre playas desiertas, acantilados espectaculares y búsquedas épicas de señal.
🏴 Escocia - parte 2
De acantilados con cuevas a playas desiertas y baños helados. Hoy cruzamos el norte de Escocia entre españoles parlanchines, autostopistas con fe y puestas de sol sobre lagos solitarios.
Una caminata épica hasta la cascada más alta del Reino Unido, barro hasta las orejas, vistas que no vimos y un baño con sorpresa… de miches. Y todo para dormir en un puerto sin encanto, pero con estuario.
Subimos una montaña con ciervos gigantes, nos reencontramos con amigos andaluces y gibraltareños, nos bebimos hasta los midges… y terminamos el día en un rincón secreto sin bichos.
Visitamos un lugar donde las piedras hablan, las ovejas no se apartan del camino y papi Edu volvió lleno de arena. Por la noche, música en directo… aunque menos directa de lo esperado.
Hoy cruzamos un puente colgante, vimos un desfiladero y subimos a un mirador con vistas alucinantes. Todo muy épico… si no fuera porque lo hicimos sin barro, sin aventura y desde dentro.
Paramos en Gairloch con intención de seguir, pero el mal tiempo y los mosquitos nos retuvieron... ¡y hasta los malagueños aparecieron de nuevo para saludar!
Pasamos por el mítico paso a Applecross… y no vimos nada. Luego cruzamos el puente a Skye para reunirnos con los malagueños. ¡Y a alguien se le cayó la corteza de queso!
Paseamos entre escalones de piedra y rocas míticas bajo la lluvia, nos mojamos pero lo gozamos. Luego vimos acantilados, cascadas... y hasta ovejas haciendo yoga.
Vi focas tomando el sol, me mimaron desconocidos y acabamos al borde del mundo viendo un faro con trompeta. ¿Quién da más?
Un paseo entre cascadas de cuento, una carrera contrarreloj hasta Ben Nevis y una cena con cuatro héroes empapados... Yo, mientras tanto, vigilando la cámper desde mi trono.
Subí al Ben Nevis esquivando bastones como si fueran lanzas. Llegamos arriba entre niebla y bastonazos, mojados hasta las orejas. ¿Y sabéis qué? No nos gustó nada de nada.