Día 64

Padirac - Chastreix

1 vídeos
⛰️Sitio de pernocta 💤 en Chastreix 🇫🇷 Francia
Geluidsbestand

Salimos pronto del área de autocaravanas de Padirac. Bueno, "pronto" según el horario de papi, que para mí sigue siendo sospechosamente después de mi hora ideal de desayuno. Había cuatro casas rodantes más durmiendo por allí, pero el silencio mañanero estaba garantizado. Yo ya había hecho mi ronda olfativa cuando arrancamos rumbo norte. No es por presumir, pero éramos los primeros exploradores del día.

El camino fue lento pero bonito, como cuando papi se pone a cocinar algo "inspirado por la región": no sabes cuánto va a tardar, pero al menos huele bien. Íbamos por carreteras "D", que en Francia son las carreteras departamentales. O sea, carreteras rurales que serpentean entre pueblos con nombre de panadería y campos más verdes que mi pato de goma nuevo. No son autopistas ni mucho menos. A veces parecen hechas con espaguetis cocidos, de tantas curvas que tienen.

Fueron 165 kilómetros en cuatro horas. ¡Eso es nivel de tortuga con carnet! Pero yo no me quejo. En cada curva había una nueva vaca que mirar, un nuevo arbusto que soñar con marcar, o un castillo lejano donde quizás vivió un gato con botas.

Llegamos a algo que se llama “Piscine des Sapins”, que suena a parque acuático para ardillas, pero en realidad es un sitio muy tranquilo y bonito cerca de Bourg-Lastic. Hay unos estanques rodeados de pinos, caminos para pasear (¡aprobados por mi nariz!) y un chorro de agua donde los granjeros venían a llenar sus remolques-depósito con agua, mientras yo me dedicaba a inspeccionar cada hoja caída como si fuera parte de una investigación criminal.

Después de la siesta reglamentaria en la cámper (si no hay siesta, no es viaje), arrancamos de nuevo a las 17:30 para el último tramo del día: unos 45 kilómetros más hacia las montañas. Llegamos al aparcamiento de Chastreix-Sancy, al pie de un sendero con nombre de poción mágica.

Este lugar es parte del macizo de Sancy, una zona montañosa preciosa en el centro de Francia. Y chicos… qué vistas. Yo, que soy más de suelo que de cielo, me quedé un rato quieto mirando el paisaje. Papi pensó que estaba emocionado. En realidad, me entró una ráfaga en el ojo, pero oye, quedó poético.

Por la tarde subimos caminando hasta el Roc de Courlande, que no es un queso ni un tipo de ave, sino un pico con una cruz gigante de acero en la cima. Dicen que está ahí desde hace más de cien años y, sinceramente, yo no entiendo cómo subieron eso sin dron. En la ruta había varias estatuas, incluida la “Statue de la Vierge Debout”, que viene a ser la Virgen de pie. No tumbada, no sentada. De pie. Como cuando yo espero la recompensa después de portarme bien.

Esa subida fue lo mejor del día. Piedras, olores de montaña, papis medio resoplando… ¡aventura! Al llegar arriba, viento fresco en el hocico y un mirador de 360 grados. Si mirabas bien, parecía que podías ver hasta el lugar donde dejamos la última croqueta olvidada.

Volvimos al aparcamiento justo a tiempo para una puesta de sol naranja, rosada y dorada, como el envoltorio de una chuche prohibida. Me tumbé mirando el cielo mientras papi sacaba la cena. Luego, rutina de siempre: cena, mordisco al pato, vuelta al sitio donde siempre me echo, y pronto a dormir. Esta noche soñaré con carreteras en forma de espiral, estanques llenos de patos verdaderos y cimas con cruces gigantes que huelen a historia.

Joan

Hooo y esas virgencitas?

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
2 + 1 =
Resuelva este simple problema matemático y escriba la solución; por ejemplo: Para 1+3, escriba 4.