Hoy no hicimos gran cosa, pero vimos mucho: niebla mágica, el lago más profundo de Estonia, torres altísimas, una silla gigante y un bosque donde ahora dormimos solos. Mañana, más.
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Volvemos a Estonia sin darnos cuenta. Castillo, estación de tren, lago, nadito y siesta. ¡Y acabamos en una zona de acampada con vistas de postal!
Salimos tarde pero vimos un palacio de cuento, uno medio roto, un cementerio muy tranquilo y acabamos junto a un lago. ¡Día completo entre piedras antiguas y caminos de tierra!
Visitamos Koknese, con ruinas medievales y un parque chulo. Comimos en la cámper y acabamos en otro lago. Pero lo increíble: ¡alguien se bañó! Y no, no fui yo.
¡Riga nos atrapó otra vez! Iglesias, palacios, edificios de cuento y mucho caminar. Menos mal que papi Edu nos rescató en coche. ¿Final perfecto? Noche junto a un embalse y un chapuzón épico.
Riga tiene historia, encanto y un mercado lleno de olores irresistibles. Caminé, olfateé y casi negocio con un charcutero, pero me pillaron antes de cerrar el trato.
Día de repeticiones: volvimos a Rundāle, dormimos en el mismo sitio de Riga y papi y tito comieron bien mientras yo practicaba el arte de esperar. Por suerte, hubo paseos en la isla.
¡Hoy fue un día de exploración! Kryžkalnis, la Colina de las Cruces, y un lago que no invitaba a nadar. Yo descansando mientras papi Edu y Tito Joan descubrían nuevos rincones.
Un museo, dos visitas, dos experiencias. Esta vez sin multitudes, con rincones nuevos y el mismo aire misterioso. Luego iglesias de madera y un lago nocturno. ¡Menos mal que no obligan a repetir baño!
Repetimos Vilnius pero con tito Joan. Mismos paseos, misma foto con los perros de bronce y, al final, papi Edu cerró el día con su baño diario en el lago. Yo, como siempre, preferí quedarme seco.
¡Noche movida! Perdimos a un tito en el aeropuerto pero recuperamos a otro. Entre lavadoras, ríos traicioneros y cambios de aparcamiento, al final logré lo más importante: dormir bien otra vez.
Vilnius tiene de todo: iglesias a lo loco, un palacio, un mirador impresionante y un barrio que dice ser una república. ¡Ah! Y encontré una estatua de perros, pero claramente faltaba el mejor: ¡yo!