La gripe no se rinde, pero nosotros tampoco. Paseamos por bosques históricos, buscamos vistas en la penÃnsula de Black Isle y descubrimos uno de los pocos donde dormir está permitido.
🇬🇧 Reino Unido
Seguimos la ruta entre curvas y catarros, con parada en un puente histórico y búsqueda desesperada de sitio para dormir. Al final, bosque tranquilo, paseo corto y noche sin sobresaltos.
Un puente colgante, un baño en el rÃo y el catarro que no se rinde. Mientras Papi Edu lucha contra los virus, yo vigilo desde la toalla. A veces ser enfermero canino es un currazo.
Después de tres dÃas en modo enfermerÃa en Cramond, volvemos a la carretera. Vaciamos aguas, llenamos la despensa y acabamos en un sitio con cascadas, rÃo fresquito y un parking de lujo.
Papi Edu cayó con fiebre y yo aproveché para acurrucarme todo el dÃa. Visitas australianas, Coca-Cola al sol y siestas infinitas. Dos dÃas sin movernos, pero con historias que contar.
Pasé seis dÃas con humanos nuevos, pero papi Edu volvió. Le olÃ, le lamÃ… y también lloramos. Porque hay dÃas raros que terminan con abrazos, catarros y mucho amor perruno.
Papi Edu me dejó con Fabi en Edimburgo... ¡y ahora quiero quedarme! Entre siestas épicas, cisnes falsos y camas compartidas con pedetes, descubrà una vida de lujo perruno inesperado.
Tito Joan necesita a Papi Edu en Barcelona… y a mà me toca quedarme en Edimburgo con un humano nuevo llamado Fabi. No es mi familia, pero al menos tiene sofá y cara de buena gente
Descubrimos el Highland Folk Museum y acabamos el dÃa durmiendo entre los pinos junto al Loch Garten. Un lugar tranquilo, aunque el lago escondÃa un cartel que nos quitó las ganas de chapuzón...
Nos alejamos de Edimburgo cruzando el Queensferry Crossing, subimos por las Highlands entre valles, presas y lagos, dimos muchas vueltas por culpa de la cobertura móvil y acabamos durmiendo junto a una presa.
Paseamos por una Edimburgo preciosa pero abarrotada de turistas y coches. Descubrimos callejones mágicos, lluvia cada cinco minutos… y un McMenú observado por un perro con hambre.
Nevera vacÃa, tráfico eterno y un pueblo más gris que bonito… pero acabamos el dÃa jugando en un parque enorme con césped de lujo. ¡Y la barriga llena!