Subida al Monte Vodno con niebla y la imponente Cruz del Milenio. Cruzamos a Kosovo, país nº 22 del año, con sorpresas: seguro obligatorio y ¡autopistas perfectas!
in de vrije natuur
Día soleado, frontera nevada y un sendero épico. Corrí, salté y jugué en la nieve. Descubrimos un monumento impresionante en Berane y acabamos charlando con locales. ¡Aventuras redondas y nevadas!
De la niebla matutina a las luces de Navidad en Cetinje: carreteras nevadas, una autopista de lujo, Podgorica sin sorpresas y un monumento brutalista en Barutana. Dormimos sobre un monasterio, ¡vaya día!
Paseo por la ciudad, hielo en el Parque Lovcen (patiné como un pro) y curvas infinitas hacia Kotor. Todo eso con vistas de fiordo y final tranquilo en la montaña.
Cruzamos de Montenegro a Bosnia-Herzegovina en el paso de frontera más rápido de la historia. Ahora estamos en un lugar tranquilo junto al río... ¡y hoy es mi cumpleaños! Más detalles en otra entrada.
¡Base aérea abandonada, aviones destrozados y túneles oscuros! Después, lluvia, barro y un aviso naranja de nieve. ¡Así de épico fue nuestro día en el que pasamos de Bosnia y Herzegovina a Croacia!
¡Qué día de Navidad tan redondo! Exploramos Palmanova, jugué con mi nueva pelota en la nieve y acabamos en un lugar tranquilo junto a un río. ¡Una Navidad de película!
Viaje caro en autopista italiana, pero llegamos a Exilles: calles minúsculas, río bonito y una fortaleza de cuento. Eso sí, el frío aquí te deja tieso hasta los bigotes.
Vandaag doorkruisten we half Frankrijk, mislukte een wandeling door de regen, bekeken we het beroemde viaduct van Millau van bovenaf en sliepen we naast een menhir en een Christusbeeld – als echte devote Galliërs.
Casi huimos de la lluvia, casi hacemos senderismo, casi nos volamos en un lago y casi dormimos donde no se puede. Pero oye, lo importante es que casi todo salió bien.
Vi glaciares sin frío, me mojé las patas en un lago y sobreviví a una granizada con sonido de guerra. Por suerte, terminamos el día en un mirador de cuento, sin humanos a la vista.
Hoy la aventura empezó antes de arrancar bien el motor: ramas a la cara, barro hasta las ruedas y un camino tan estrecho que casi salimos en versión exprimida. Pero el destino final: paz, campo y ninguna señal de humanos. Planazo.