☃️ ¡Enterrados en medio metro de nieve! ¿Logramos salir?" ❄️
Bajando por el caminito nevado 🏔️🌨️
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Ayer estaba lloviendo a mares, y a mi papi le llegó un mensaje al móvil con un aviso naranja por nieve. Yo no entendí mucho porque no tengo móvil ni distingo colores, pero papi dijo: "Tranquilo, Chuly, a dormir". Y yo pensé: "Pues vale". Nos metimos en la cama con la camper calentita porque, aunque llovía, la temperatura estaba por encima de cero. Pero… ¡a las dos de la madrugada tuve que hacer pipí! Desperté a mi papi, porque claro, esto no es negociable.
Salimos, y resulta que la lluvia ya no sonaba en el techo de la camper. Pero no porque hubiera parado, no. ¡La lluvia se había transformado en nieve! Y no cualquier nieve, no: ¡una buena capa de unos 10 o 15 centímetros ya cubría la camper! Mi papi, que siempre tiene la cabeza en modo “¿y si pasa esto?”, bajó el techo para evitar que el peso de la nieve lo hiciera más complicado. Mientras yo supervisaba desde mi cama de mando, él cogió la pala y se puso a quitar la nieve del techo como un profesional. Luego subió el techo de nuevo, pero no se quedó tranquilo, y puso una alarma para las cuatro de la mañana.
A las cuatro: ¡acción! Bajó el techo, quitó nieve, subió el techo. A las cinco, ¡el mismo número otra vez! Para entonces estábamos rodeados de un paisaje espectacular de nieve, pero a mí no me engaña nadie: esa cosa fría no es mi amiga. Así que opté por quedarme en mi cama, bien calentito y aguantando el pipí y el popó como todo un héroe.
Con las primeras luces del día, papi decidió que era mejor movernos antes de que las cosas se complicaran más. A las siete nos levantamos, quitó otra capa bien gordita de nieve del techo y después le tocó al coche, que tenía casi medio metro de nieve encima. Pero papi es una máquina, y lo dejó listo en un santiamén (¡de verdad, mirad el vídeo!).
Ahora venía el reto del día: bajar por el camino empinado del bosque, todo cubierto por medio metro de nieve. La camper no se rindió, pero las ramas de los árboles estaban tan cargadas que bloqueaban el paso. Mi papi, que es un tipo de acción, decidió atravesarlas como si fuéramos una expedición polar. Y lo conseguimos.
Llegamos a la carretera, que también estaba nevada pero más despejada gracias a la quitanieves, y seguimos rumbo a Eslovenia. Al llegar a la autopista, tuvimos que pasar por la taquilla de peaje. ¡Más de ocho euros por un tramo que se parecía más a un patinadero que a una carretera! Pero seguimos adelante, a paso lento, atravesando túneles nevados como en una película de aventuras.
Y aquí va el dato emocionante: al cruzar la frontera hacia Eslovenia, ¡llegamos al país número 26 de este viaje! Pero no termina ahí: seguimos hacia Italia, que es el país número 27. ¡Dos fronteras en un solo día! Es la primera vez que nos pasa, pero claro, la franja de Eslovenia es tan cortita que en un suspiro ya estábamos en Italia.
En Trieste encontramos un aparcamiento para autocaravanas, sin servicios pero con cinco plazas junto a un parque precioso en un valle. Después de comer y echarnos una siestecita bien merecida, salimos a pasear. ¡Qué gusto! Nada de nieve, nada de lluvia, solo caminos empinados porque, claro, estamos en Italia.
Ahora estamos recogidos en la camper, tranquilos, con el corazón lleno de aventuras y listos para lo que nos traiga mañana. ¡A dormir con la sensación de haber conquistado tres países en uno! Bueno, dos, pero ya me entendéis...
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