De Downpatrick a Annalagen pasando por historia sagrada, carreteras cortadas, duchas de lujo y el país número 39 en mi pasaporte perruno. Irlanda, allá vamos.
🇬🇧 Reino Unido
De madrugada, el viento casi nos despega la camper. Entre ruinas, atascos y gaitas, acabamos el día refugiados en un bosque cerca de Belfast, esta vez con calma… creo.
Un ranger simpático, un pez de cerámica gigante, el Titanic a tamaño real y murales que hablan del pasado y del presente. Belfast se muestra sin filtros… y nos deja con mucho que contar.
Hoy nos dejaron sin la ruta de los acantilados, pero encontramos un sendero al faro de Blackhead, casitas de colores que casi me dejan bizco y un nuevo rincón junto al mar para dormir.
Cascadas, helados y un baño valiente en Ballycastle antes de adentrarnos en un rincón escondido entre campo y bosque, solo para los que se atreven con un 4x4.
De cuevas solitarias a la Calzada del Gigante, pasando por un puente carísimo y unas chinas que gritaban “I-AR-SAT” mientras yo posaba como modelo. Día redondo para un perro explorador.
Entre templos, murallas y un puente que une más que orillas, cruzamos de Irlanda del Norte a Irlanda sin darnos cuenta. Un día para pensar… y para olisquear.
La frontera no se nota en la carretera, pero sí en las sorpresas: un café ofrecido con sonrisa, charlas de camper a camper y un bosque tranquilo para dormir. Irlanda del Norte ya promete.
Mientras yo guardaba la cámper, papi Edu y tito Javi se embarcaron en la Titanic Experience. Barcos, paseos y hasta un crucero fantasma que casi me deja sin paseo.
Hoy volví a Belfast, vi un salmón gigante que da sabiduría (yo solo pensé en sushi), tito Javi se coronó en cada trono de cristal y papi Edu fotografió murales hasta llenar la memoria.
De faros en los acantilados a túneles de hayas de película… y acabamos durmiendo con vistas a Escocia. ¡Menuda jornada para un bodeguero aventurero!
Me paseé por un puente que no cruzamos, exploré una cantera de película y descubrí las piedras mágicas del Giant's Causeway. Entre viento, duchas y mitos acabamos durmiendo en un bosque solitario.