De Downpatrick a Annalagen pasando por historia sagrada, carreteras cortadas, duchas de lujo y el país número 39 en mi pasaporte perruno. Irlanda, allá vamos.
🇮🇪 Irlanda
¡Castillo sin castillo, playa sin chapuzón y vecinos sin parar! Pensábamos dormir tranquilos y acabamos montando una tertulia internacional en plena costa irlandesa.
Pensábamos que iba a ser un día tranquilo, pero entre Ikea, tarjetas rebeldes, correas flojas y una hora esperando en el aeropuerto... acabamos rodeados de humanos nuevos en un campo de golf a medianoche.
Ruinas milenarias, lluvia persistente, pizza descomunal… y un váter con más carácter que el dueño del apartamento. Bienvenidos a un domingo muy irlandés.
Entre un dolmen enano, acantilados vertiginosos y toneladas de patatas fritas, recorrimos la Irlanda más salvaje con viento en la cara y risas en el coche. ¡Menuda jornada épica!
Paisajes de postal, senderos verdes y sándwiches de salmón con vino al sol. Recorrimos Connemara a nuestro ritmo. No entramos en todo, pero lo vimos todo. Y lo vivimos mejor.
Castillos con telescopios gigantes, la primera víctima de un accidente de coche de la historia… y una camarera que me sirvió chuches como si fuera realeza. Así fue mi día en Birr, con final entre ovejas y vistas de postal.
Entre catedrales, pubs, puentes históricos y parques con ardillas despistadas, Dublín nos robó el corazón… y casi el bolsillo con su parking.
Abrazos de despedida en el aeropuerto, sustos mecánicos en la carretera y un final junto al mar en Carlingford, con viento, buenas vistas y la camper resistiendo… por ahora.
De madrugada, el viento casi nos despega la camper. Entre ruinas, atascos y gaitas, acabamos el día refugiados en un bosque cerca de Belfast, esta vez con calma… creo.
Entre templos, murallas y un puente que une más que orillas, cruzamos de Irlanda del Norte a Irlanda sin darnos cuenta. Un día para pensar… y para olisquear.
Entre castillos antiguos, escaleras misteriosas y paisajes infinitos, seguimos el día con hocico al viento y patas inquietas hasta un rincón costero que parece un spa perruno.