¡A las 3:30 salí a hacer pis y el fiordo casi se traga la cámper! Luego exploré búnkeres alemanes en una colina con vistas épicas y encontramos un rincón secreto junto al mar para dormir.
viaje
¡Hoy vimos una catedral en espiral que parece una galleta mágica, cruzamos media Noruega y acabamos durmiendo al lado de unas ruinas misteriosas que dan un poco de yuyu pero con vistas brutales al fiordo!
Viajamos hasta el mismísimo Cabo Norte, pero no vimos nada. La niebla lo cubría todo. Por suerte, encontramos un rincón escondido con vistas, silencio… y una historia inesperada.
Nos fuimos hasta Knivskjelodden, más al norte que el norte. Paseo de seis horas, monumento, faro y, al final del día... ¡la famosa no-puesta del sol con 200 autocaravanas y 50 renos!
Piedras con forma de ventana, playas sin agua y lagos traicioneros. La tranquilidad duró… hasta que los mosquitos organizaron su fiesta.
Entre bosques finlandeses sin haber salido de Noruega, cruzamos un puente sin guardias y ¡pum! país nuevo, reno incluido. Museo para humanos, siesta para mí y noche en una cantera gigante.
Más de 260 km sin parar, salvo para repostar. Llegamos a Rovaniemi, ciudad de Papá Noel, pero sin trineo ni galletas. Papi fue al súper… y volvió sin premios. ¿¡Estamos locos!?
Entre centros comerciales y el pueblo de Papá Noel, descubrimos que Rovaniemi es más raro que un gato en la ducha. Lo mejor: dormir solos frente al río. Sin luces, ni villancicos.
Hoy tocó país nuevo: Suecia. Entramos, salimos, volvimos a entrar. Vimos mar, una iglesia de postal y acabamos en un rincón de paz junto a un riachuelo. El IKEA no nos atrapó. De milagro.
Visitamos una aldea con más casitas que habitantes, una ciudad que no dice mucho y una playa donde nadie se moja. Menos mal que acabamos el día entre árboles y sin humanos gritando.
Pies a la obra en Skellefteå, donde hasta las casas huelen a madera fresca. Luego, carretera y grava hasta un rincón tranquilo cerca de un lago. ¡Sin turistas pero con historia!
Museo al aire libre, casas con historia y mucho que olisquear. Luego carretera, siesta móvil y un lago precioso para pasar la noche. Köpmanholmen, sin humanos ni jaleo. ¡Perfecto!