Viento, frío y monumentos soviéticos en un día lleno de sorpresas. Desde Gabrovo hasta Shipka, una aventura que nos llevó hasta el aparcamiento más tranquilo, ¡y mañana volveremos a por Buzludzha!
aparcamiento (urbano) 🅿️🏙️
De charcos y barro a monumentos colosales. La Casa de la Prensa nos impresionó, el Palacio del Parlamento nos rodeó, y el casco antiguo nos encantó. ¿Y la noche? Un lugar inesperado.
Exploramos Timisoara y sus tres plazas llenas de historia y colores vibrantes. Caminamos sin parar entre catedrales y edificios barrocos. Un día increíble, aunque terminaré en mi canasta en vez de en la cama grande.
De niños rumanos cantando en español a un rescate en aeropuerto, pasando por lavadoras. ¡La vida en cámper (casi) nunca es aburrida!
Dejamos Escandinavia cruzando el Báltico en barco, con vistas espectaculares. En Tallinn exploramos dos monumentos opuestos: uno solemne y otro soviético, decadente y abandonado. Y por la noche... mi títo Javi se une a la manada.
Tito Joan cogió un avión y nos dejó en Helsinki. Yo me quedé con papi Edu, buscando lavadoras, parques tranquilos y un buen sitio para dormir. Spoiler: acabamos con vistas a la marina y sin jaleo.
Hoy tocó Helsinki sin tormenta: paseíto por el centro, catedral blanca como mi pechito, comilona en terraza (¡con chuches para mí!) y noche tranquila junto al mar.
Lavaderos de alfombras al aire libre, bosques, fuga involuntaria del aeropuerto y ¡tito Joan se une a la aventura! Noche junto al mar, Helsinki nos recibe con estilo.
Más de 260 km sin parar, salvo para repostar. Llegamos a Rovaniemi, ciudad de Papá Noel, pero sin trineo ni galletas. Papi fue al súper… y volvió sin premios. ¿¡Estamos locos!?
Intentamos conquistar Preikestolen antes de las masas, pero parecía la calle Sierpes. Por suerte acabamos el día con barbacoa, juegos y un sitio tranquilo para dormir.