Visitamos un lugar donde las piedras hablan, las ovejas no se apartan del camino y papi Edu volvió lleno de arena. Por la noche, música en directo… aunque menos directa de lo esperado.
🇬🇧 Reino Unido
Hoy cruzamos un puente colgante, vimos un desfiladero y subimos a un mirador con vistas alucinantes. Todo muy épico… si no fuera porque lo hicimos sin barro, sin aventura y desde dentro.
Paramos en Gairloch con intención de seguir, pero el mal tiempo y los mosquitos nos retuvieron... ¡y hasta los malagueños aparecieron de nuevo para saludar!
Pasamos por el mítico paso a Applecross… y no vimos nada. Luego cruzamos el puente a Skye para reunirnos con los malagueños. ¡Y a alguien se le cayó la corteza de queso!
Paseamos entre escalones de piedra y rocas míticas bajo la lluvia, nos mojamos pero lo gozamos. Luego vimos acantilados, cascadas... y hasta ovejas haciendo yoga.
Vi focas tomando el sol, me mimaron desconocidos y acabamos al borde del mundo viendo un faro con trompeta. ¿Quién da más?
Un paseo entre cascadas de cuento, una carrera contrarreloj hasta Ben Nevis y una cena con cuatro héroes empapados... Yo, mientras tanto, vigilando la cámper desde mi trono.
Subí al Ben Nevis esquivando bastones como si fueran lanzas. Llegamos arriba entre niebla y bastonazos, mojados hasta las orejas. ¿Y sabéis qué? No nos gustó nada de nada.
Lluvia mañanera, descanso merecido y final del día con pelota, playa y puesta de sol sobre el mar de Irlanda. Hoy no hubo montaña, pero sí vistas y siesta deluxe.
Pastilla sin drama, papeleo post-Brexit y un presidente haciendo trampas al golf. Dormiremos junto al monumento de un naufragio ruso con más vidas que un gato.
Un día de transición: charla camperil con holandeses, travesía tranquila a Irlanda del Norte y paseo vespertino entre árboles y autocaravanas.
Un bosque fresquito, parada en Lidl y siestas junto al río Quoile. Hoy no salvamos el mundo, pero casi pillo un pato. Día de pelotas, paseos tranquilos y pereza nivel experto.